viernes, 27 de octubre de 2017

Las batallas en el desierto, de José Emilio Pacheco



Un hombre lleno de nostalgia revisa su infancia con el dolor del recuerdo de su primer amor y el consecuente escándalo social que suposo este para él, su familia y toda la comunidad de la Colonia Roma, uno de los barrios más marginales entonces del Distrito Federal de México, sin poder llegar a responderse por qué estuvo mal un acto tan lleno de buenas intenciones, y es que con una sociedad tan moralmente cerrada y entrometida como el México de finales de los años cuarenta los deseos del protagonista, que era prácticamente un niño, por la madre de su mejor amigo, Jim, se trastocarían irremediablemente.  

Las batallas en el desierto es una novela breve, pero que retrata con una tristeza deliciosa el ambiente que la envuelve y el dilema que la engulle, dejándonos preguntas que a la mayoría no les gustaría contestar. Su narrador habla de calles míseras y personajes siniestros a la par que hipócritas. Habla sin tapujos de la generación que se crió después de la Segunda Guerra Mundial, donde en el México posrevolucionario (recién llegado Miguel Alemán al poder) los niños comunes y corrientes crecían sin juguetes, porque la preocupación principal había sido durante años la fabricación de armamento. Habla del miedo ante una muerte inminente por un desastre nuclear (Frases como "El símbolo de nuestro tiempo es el hongo atómico." aún resuenan poderosamente en mi cabeza.)  o un nuevo conflicto diplomático de proporciones internacionales como la primera guerra árabe-israelí. Habla de paz y esperanza en el mañana, pero sin creérselo. Habla de la universalidad de temas como el amor o la iniciación del deseo sexual. De la corrupción política y de la depravación de cierta clase de sacerdotes. Habla de la honorabilidad de las putas. Del desprecio injusticado hacia los que menos tienen por las clases más opulentas. De las condutas racistas que promueven los más ignorantes. De la incoherencia y la violencia enfermiza de los seguidores de la extrema derecha. Del cine de los cuarenta y de las novelas de Perry Mason. De lo difícil que es la pubertad y de todo lo que los adultos les exigimos a los adolescentes sin darnos cuenta. Habla de la maldad humana, pero también del amor y de como se rechaza a los que aman. Como si el amor fuera una enfermedad en este mundo ponzoñoso. Una joya escondida para los de fuera de México y que emociona desde la primera página hasta la última. No sigan perdiendo el tiempo aquí. Léanla. 

Por si no os he convencido ya de la brillantez de la novela, os dejo la reseña de Un libro al día, a quienes también les ha encantado.


domingo, 22 de octubre de 2017

La playa, de Cesare Pavese



He de avisar, ya que la edición no lo hace de ninguna forma, de que este libro no es ninguna novela, sino una recopilación de distintos relatos de Pavese, porque de lo contrario les puede ocurrir como mí y quedarse con la cara de pasmarote minuto y medio al acabar lo que viene siendo el primer relato. Advertidos todos, estos son los seis textos que aquí aparecen:

  • La playa: Es el relato más extenso y trabajado. Al igual que en los otros uno de los temas centrales es la envidia y la intrusión. Un profesor universitario de unos cuarenta años, sin mujer ni familia, coincide con un viejo amigo de la juventud, Doro, quien lo invita a pasar unos días en su nueva casa, próxima a una playa muy poco visitada. El profesor acepta, pero su orgullo le impide dormir en la vivienda del amigo, por lo que acaba alquilando una habitación en un hostal cercano. Doro parece tener la vida resuelta con su trabajo y su encantadora esposa Clelia, pero su falta de talento le impide ser feliz. Esto se debe a que las personas tendemos a ver siempre lo que nos falta y muchas veces olvidamos lo que tenemos. Tanto el profesor como un conjunto de personajes masculinos que van a ir apareciendo están de alguna forma enamorados de la sonriente Clelia y desean en su fuero interno que Doro y ella discutan para poder aprovechar la confusión y sacar de allí a la amada. Sin embargo, en el profesor el problema es aún mayor, ya que hasta cierto punto también guarda un especial cariño hacia su viejo amigo. Estamos ante un relato complejo, donde los personajes hablan entre ellos muy sutilmente y se nos muestra lo justo para especular. Lo problemático es el abuso de la inacción por parte de Pavese, que no para de dar vueltas para acabar no dirigiéndose a ninguna parte, y el abrupto final, que se siente inesperado y falto de fuerza.
  • El mar: Mucho más breve. Trata sobre un grupo de niños que se escapan de su aldea, aprovechando la confusión de un incendio cercano, para ir a ver el mar por primera vez. El narrador, al igual que ocurre con el personaje del relato anterior, siente una extraña tendencia a admirar y envidiar a su mejor amigo, Gosto, al que en algunos momentos parece que ama. Gosto es un héroe temerario y su solidaridad es incomprensible para el narrador, desconfiado por educación, con el cual tiene una discusión que los acabará distanciando. 
  • La ciudad: Es el relato en el que mejor se ve la dicotomía campo/ciudad de este conjunto, y aunque en los relatos ya había quedado señalada, esta dicotomía venía desprendida de otra (colinas/playa), aquí se hace patente con mucha más fuerza. Los personajes son jóvenes que han emigrado del entorno rural en el que se habían criado a la ciudad para poder estudiar. El protagonista nuevamente es un personaje tímido y cohibido cuyo mejor amigo, Gallo, es una cabra loca, envalentonado y con poco seso en la mollera. A partir de este relato el tema sexual será mucho menos sútil, lo cual me parece un apunte esencial, ya que todos los textos cuentan con cierta carga erótica tanto heterosexual como homosexual.
  • La chaqueta de cuero: Un joven se ha criado ayudando a un viejo barquero, Ceresa, proyectando sobre él y su chaqueta de cuero una especie de admiración, pero una vez ha crecido lo suficiente, no le dejara sustituirle, motivándole para que estudie algo de provecho, aunque el amor del chico por su trabajo acaba siendo mayor de lo esperado.
  • Primer amor: Trata sobre la iniciación en el amor y en el sexo del joven protagonista, luchando sobre todo contra la despreocupada conducta de Nino, su mejor amigo, un bravucón por el cual siente la ya mencionada dicotomía envidia/admiración/atracción. En el relato Nino y el protagonista deben de vigilar que no venga el novio de la amante de Bruno y tocar el cláxon si se aproximara. La chulería de Nino le lleva a ganarse una paliza y la enemistad de Bruno, que el protagonista se verá luego en la necesidad de solventar. 
  • Historia íntima: En mi opinión, es el mejor relato con diferencia. Goza de un alto nivel de lirismo y se puede decir que en sí mismo merece mucho la pena. Trata sobre un niño que pierde a su padre y se ve en la situación de ser educado por la joven amante de este. Destaca de él sobre todo la teluridad y la emoción puesta en el discurso. Tanto por su temática como por su técnica se siente diferente de los anteriores, que, como ya hemos visto, son bastante homogéneos.
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 En general no es un mal libro, aunque la lectura se vuelve algo difícil, quizás por la traducción y la sensación tan regional que empapa las atmósferas de los textos. Ya leí de Pavese hace algunos años El diablo sobre las colinas y guardaba un buen recuerdo de él. Pavese tiene una capacidad para hacerte ver las cosas más cotidianas del mundo como entes extraños. Estos relatos reflejan parcelas de la realidad desde un punto de vista más complejo y rebuscado, que muchos preferirían no mirar. Por eso, a pesar de que no me ha terminado de gustar del todo y que me ha parecido entre otras cosas demasiado reiterativo, he de admitir que La playa es una recopilación de cuentos bastante valiosa y, como mínimo, sugerente. 




martes, 17 de octubre de 2017

El señor Nakano y las mujeres, de Hiromi Kawakami




Hitomi es una joven japonesa que trabaja en una prendería (tienda de objetos de segunda mano) para el excéntrico señor Nakano, un hombre viejo al que le pierden las mujeres y que mantiene varias relaciones extramatrimoniales, y su hermana Masayo, que se dedica a la artesanía de las muñecas y al chismorreo. Para ellos trabaja también el joven Takeo, un chico tímido, atractivo, pero sin aparentes ganas de vivir, del cual Hitomi se enamora inexplicablemente. La novela de Kawakami nos narra el día a día dentro de la prendería, mostrándonos una gran diversidad de historias relacionadas con los objetos más inusuales que van aterrizando allí al tiempo que la relación entre Hitomi y Takeo se desarrolla con sus éxitos y sus reveses. 

Kawakami aquí pone muchísimo su atención en los objetos y en lo maravilloso de estos, que pasan de ser meros elementos materiales y utilitarios a convertirse en símbolos, llegando a expresar lo que los personajes tienen dentro y no son capaz de sacar por sí mismos. Se podría decir que los objetos se vuelven así catárquicos, pero sólo serviría para escusar la falta de dedicación o la poca maestría a la hora de pincelar unos personajes planos, que se esfumarán de la mente del lector varios días después de ingerida la novela. Y es que, a lo mejor soy yo, pero no encuentro la motivación de ningún personaje en El señor Nakano y las mujeres. Kawakami tiene que recurrir a diversas marcas en el habla para identificarlos -como el pues eso del señor Nakano-, pero aún así la personalidad que adquieren es bastante pobre y no es raro encontrarlos haciendo cosas inesperadas y sacadas de contexto para que la escritora pueda situarlos en el lugar que mejor le convenga para su trama. El escritor es siempre quien dirige la trama hacia un cauce u otro, pero debe ante todo ocultar su artificialidad para no resultar forzado en ningún momento -a no ser que haga una parodia, lo que no ocurre aquí ni remotamente-, porque en el instante en el que el lector descubra su truco deja de creer en lo que lee, y esto no deja de ser muy peligroso, ya que crece la posibilidad de que abandonen tu relato y este en concreto si no lo he abandonado ha sido por cabezonería y puramente por cabezonería, porque se siente forzado hasta la médula.

Además, la cuestión de que es una novela sentimental que se basa en el concepto romántico del amor adscrito a una sociedad heteropatriarcal donde perviven ideas conservadoras de posesión entre hombres y mujeres tampoco ayuda demasiado. Los personajes de Kawakami sólo entienden el amor dentro de la monogamia, coartando la libertad de los miembros de la pareja hasta el punto de que alguien como Nakano es tachado como un imbécil por verse obligado a mentirle a su esposa para poder disfrutar parte de su única vida con otra mujer a la que también ama, Sakiko. La relación entre Nakano y Sakiko no es seria y no puede serla, pero la de Hitomi y Takeo debe triunfar porque en ella se hallaría la fogosidad juvenil y la inocencia, o debería si Takeo tuviera algo de espíritu y no contestara a la mitad de frases con monosílabos. Porque Takeo se vuelve un personaje impenetrable, y es que parece que no tiene nada que decir. Se siente como puesto allí a dedo para complementar algo al personaje de Hitomi y permitirle experimentar el amor y la iniciación en el sexo, pero no cumple ninguna otra función. Sin embargo, están destinados a acabar juntos y debe de ser precioso. Si esto lo hubieran escrito hace décadas tendría un pase, pero en pleno siglo XXI este tipo de historias las hemos visto ya ochenta mil veces.

Excesivamente trillado y sin ninguna gracia El señor Nakano y las mujeres pasa sin pena ni gloria entre mis lecturas de este año. El único punto interesante que le veo es un juego que hace a nivel narrativo, insertando pequeños saltos temporales que rompen con la linealidad del discurso, y que le aportan mucho dinamismo, integrando muy bien la narración. Todo lo demás es simple, manido, arcaico, melindroso, ridículo... Tenéis más reseñas en Koratai (donde son un poco más suaves que un servidor) y en La Tormenta en un Vaso (a los que les ha entusiasmado la parsimonia de la novela).



viernes, 13 de octubre de 2017

Una pantera en el sótano, de Amos Oz




Jerusalem, 1947. Profi es un niño judío hijo de padres inmigrantes que se han asentado en la ciudad santa con la promesa de los Aliados de que la creación de un estado hebreo es inminente. Sin embargo, la retirada de las tropas inglesas del Protectorado de Palestina está tardando más de lo esperado, lo que lleva a los judíos allí afincados a organizarse en pequeños grupos de guerrillas que se dedican a sabotear al ejército inglés en la medida de lo posible. Como si no fuera suficiente el problema, los árabes autóctonos de la región ven amenazadas sus tierras y sus vidas, por lo que asistimos a un conflicto triple. En medio de todo este berenjenal, Profi crea con sus amigos un equipo de resistencia hebreo. Sin embargo, cuando en su vida aparece el joven sargento Dunlop la trama se tuerce, los prejuicios comienzan a desaparecer y los pilares patrióticos se resquebrajan hasta el punto de ser acusado de traición por sus amigos, familiares y camaradas.

La historia es narrada por el propio Profi, pero muchos años después, por lo que el retorno a los hechos de la infancia del narrador no se produce desde la fingida inocencia del niño, sino desde la madurez del adulto. Esto le permite implementar diversos saltos temporales, así como introducir reflexiones más sesudas y justificar, reorganizar y suprimir algunos actos que habría realizado como niño, dándonos la impresión de que el Profi niño era mucho más sensato e inteligente de lo que posiblemente habría sido. Este juego de edad que fuerza el narrador funciona muy bien dentro de la novela porque rompe con la figura típica del narrador infantil, anclado a una sintaxis y a una temática no demasiado elaborada para resultar verosímil, y que puede gustar un rato, pero que pasado determinado número de páginas se vuelve irremediablemente tedioso para cualquiera.

Amos Oz coje y desarrolla la tradición hebreica del Antiguo Testamento y, mediante la cita constante, intenta trasladar sus enseñanzas a las situaciones de la vida que le toca vivir al pequeño Profi, "un judío de la tierra de Israel" que, gracias al discurso paterno, siente el deber de protegerse a sí mismo y a los suyos de los invasores de la pérfida Albión, como ya se habrían protegido los judíos de todas las invasiones históricas que les tocaron. Sin embargo, cuando descubra que existen personas honorables en ambos bandos Profi se alejará del cómodo margen del prejuicio y entrará de pleno en  el dilema del patriotismo, sintiendo como sus ideas se desmoronan dentro de él y le hacen sentir culpable. Para él y para sus allegados se convertirá en un traidor por aproximarse al enemigo. Él lo justificará creando la fantasía de que en realidad sus conversaciones con Dunlop pueden servir como prácticas de espionaje para obtener información, lo que le llevará a sentirse traidor nuevamente para con el sargento, que lo trata con un respeto y un cariño al que no está acostumbrado. Convertido así en un doble traidor, Profi entiende que sus traiciones resultarán las experiencias más enriquecedoras que podría tener, pues estudiando diferentes perspectivas del mundo podrá elegir como construir su propio camino, entendiendo que éste va mucho más allá que la ideología adscrita a cualquier concepto de patria. En este sentido la novela de Oz constituye un ataque elaborado y sútil al patriotismo, otorgando más importancia a la vida de los individuos que a las diferencias étnicas, idiomáticas y territoriales. Persiste la identidad y la integridad como persona individual sobre la pertenencia a un grupo u otro, una cuestión que a algunos les parecerá obvia, pero a otros no tanto. Otros temas e ideas presentes en Una pantera en el sótano y que casi me voy a limitar a mencionar por falta de tiempo son: el amor por los libros, la primeras inquietudes sexuales de la pubertad, las películas hollywoodienses de los 1940s y su universo de actores y actrices todavía en blanco y negro, el despotismo fascista -que puede apreciarse en el discurso de Yardena sobre los mecanismos de su hermano para manipular a sus amigos-, el deber de prestar ayuda a cualquier ser humano, la capacidad para perdonar grandes afrentas y así vivir en paz con uno mismo, etc.

En definitiva, un libro bastante recomendable sobre todo por las ideas presentes en él -muy a flor de piel ahora con todo el barullo mediático de Cataluña y la democracia española- y alguna que otra escena especialmente enternecedora que empatiza excelentemente con el lector y que le da muchísima fuerza. Los personajes están bastante bien construidos y se sienten simbólicamente muy vivos. El nivel intertextual es también una maravilla, con una complejidad camuflada que consigue que puedas leerlo sin problemas si ignoras las referencias, pero que te aportará mucho más si vuelves a él una vez las tengas. Podéis encontrar más reseñas en Un libro al día (a quienes agradezco haberme descubierto el libro) y en La brújula literaria (de una brillante lucidez, si se me permite decirlo).

Más reseñas de obras de Amos Oz en esta esquina: La bicicleta de Sumji,Conocer a una mujer, Queridos fanáticos, La caja negra



viernes, 6 de octubre de 2017

El olor a sangre humana no se me quita de los ojos, de Franck Maubert





Librito diminuto sobre el pintor irlandés Francis Bacon. Lo escribe un tal Franck Maubert, que parece que es experto en cuestiones pictóricas y ha publicado en francés una cantidad considerable de trabajos sobre muchos grandes nombres de la disciplina. El libro está dividido en tres.

  1. Conversaciones de Maubert con Bacon

La parte más interesante y entretenida. Prácticamente hablan de todo. Bueno, de todo lo que se puede hablar en una tarde entre gintonic y gintonic: otros artistas, el dolor humano, la decoración de interiores, la homosexualidad, de por qué la poesía mola más que la música, de Esquilo, Shakespeare, Paris, etc.. Aunque muchos de los temas me interesan más bien poco, la supuesta transcripción de lo hablado que hace Maubert se muestra muy viva y humana. Nos acerca de primera mano a los complejos pensamientos –algunos contradictorios- de un artista con el calibre de Bacon, mientras que al mismo tiempo se nos abre la propia personalidad de Maubert como admirador del artista.

     2. Comparaciones entre Francis Bacon y Francis Bacon


Algo menos divertido que la parte anterior, porque Francis Bacon ya no está para contarnos chistes. Sin embargo, aporta datos interesantes para entender la obra del pintor, aunque la mayor parte de las parrafadas filosóficas no las termino de encontrar justificadas. Se intenta crear una conexión maravillosa entre dos intelectuales que se llaman igual y se recurre a elementos muy concretos de ambos. Este tipo de conexiones y esperanza pseudoreligiosa de la reencarnación de las ideas de uno en la mente del otro por llamarse exactamente igual funciona muy bien en la ficción, pero cuando se quiere extraer de ahí la mayoría de veces se acaba en saco roto. Quizás Maubert quería darle un toque literario a su librito sobre Bacon, pero creo que hay mil formas mejores.

          3. Datos biográficos del pintor

Algo más extensa que la página de Wikipedia, pero no sé, visto lo anterior, esperaba algo más, algo distinto, sobre todo porque el libro ya es exageradamente breve como para valer lo que vale.

Y ahora la pregunta que todos se hacen: ¿interesante o no? Yo creo que te tiene que gustar mucho la pintura y mucho Francis Bacon como para que te merezca la pena comprar este libro. Si no sientes esa pasión de inicio, hay mil libros mejores que puedes comprar antes. Ahora si lo puedes leer de prestado, dicen que todo suma.Tenéis otra reseña en Devaneos, donde parece que sí que han disfrutado más con esta lectura.



martes, 3 de octubre de 2017

Si viviéramos en un lugar normal, de Juan Pablo Villalobos



En Lagos de Moreno (México, 1980s) la vida no se presenta como un desafío sencillo para la humilde y estrambótica familia de Orestes, el segundo de los hijos del profesor de civismo helénico de un instituto de provincias. Mientras que su padre se dedica a achacarle su pobreza a los políticos del momento, gritándole improperios a la televisión como si esta pudiera transmitirles su indignación de alguna forma, su madre cocina quesadillas, muchas quesadillas, quesadillas por encima por encima de sus posibilidades, tantas y tan bien clasificadas que gracias a ellas el joven Orestes puede extraer lecciones vitales de economía en función de la cantidad de relleno. Por otro lado sus hermanos cuentan con múltiples reminiscencias a los héroes cuyos nombres toman: Aristóteles, Calímaco, Electra, Cástor y Pólux. Lo curioso es que con estos nombres y un padre, en teoría, tan bien formado los chicos no van a la escuela y tienen que buscarse la vida como buenamente pueden. La novela narra el paso a la adultez del joven Orestes y de lo que le ocurre a él y a su familia durante este proceso plagado de experiencias inverosímiles y divertidísimas. 

Villalobos emplea un estilo coloquial que me ha llamado muchísimo la atención. En la casa de un chico como Orestes el insulto parece ser el deporte nacional. Es verdad que en México especialmente hay una amplia variedad de adjetivos y expresiones para ejercer esta práctica verbal y son muy bien aprovechados aquí por Villalobos para introducir un aire cómico y dinámico a su obra. Lo cierto es que empezar a leer una historia con una frase como "vas y te chingas a tu reputísima madre, cabrón, ¡vete a la chingada!" es lo último que espera el lector y puede llegar a encontrarlo inapropiado y de mal gusto, pero no deja de ser una oración posible y creíble en los personajes que se van a ir desarrollando en las páginas de Si viviéramos en un lugar normal. Es rompedor y aporta vitalidad a la familia de Orestes; la vuelve cercana, humana. Pero si bien este tipo de claves lingüísticas estarán llenas de realismo, los sucesos narrados serán completamente alucinados, superando el "realismo mágico" de autores como García Márquez -no quiero decir con esto que sea mejor escitor Villalobos, por supuesto-, pues un personaje como Orestes, con su lógica fría y su gran inteligencia es incapaz de legitimar toda validez del mito aún cuando este se presente en carne y hueso frente a sus ojos, y se negará a aceptar lo que le ocurre a él y a su familia hasta que todo sea tan absurdo que no le quede más remedio. Entre las locas aventuras de la familia de Lagos hay desapariciones dobles, abducciones extraterrestres, conflictos de clase, batallas campales, políticos fantasmas, instrucciones para cocinar buenas quesadillas, inseminaciones de vacas, artefactos fantásticos y mucho más. 

La explicación a todo esto es sencilla, Orestes no vive en un lugar "normal" como Europa o los Estados Unidos y por eso su vida está llena de bizarradas. Villalobos escribe con mucha sorna para los lectores de fuera de México y expone su país de una forma grotesca, exagerándolo descaradamente hasta que su discurso queda convertido en una parodia de los textos literarios reconocidos de la región -especialmente del Pedro Páramo de Juan Rulfo- a partir de los cuales el resto del mundo se imagina como es México. En ese sentido, Si viviéramos en un lugar normal se convierte en una sana gamberrada con la que podemos reírnos mucho y que nos sirve para cuestionarnos la visión que tenemos a partir de lo que leemos. Como novela no es que sea brillante, pero sí que resulta muy entrenida y debido a su brevedad, se puede decir que merece bastante la pena leerla. 

Más reseñas de obras de Juan Pablo Villalobos en esta esquina: No voy a pedirle a nadie que me creaFiesta en la madriguera